domingo, 31 de marzo de 2019

Politización de la justicia en República Dominicana



MÁSTER EN GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Tema
Politización de la Justicia en República Dominicana
Por
Lic. Ygnacio Sesilio Guerrero Tavárez


FACILITADORA
Elena Martínez Barahona, Ph.D

           
Santiago de los Caballeros
República Dominicana
Marzo, 2019





Politización de la justicia en República Dominicana.


Desde la época de la dictadura que lideró el sátrapa Rafael Leónidas Trujillo, durante el período comprendido entre 1930-1961 hasta la fecha,  el Poder Judicial en República Dominicana ha estado politizado, lo que ha impedido construir una verdadera democracia representativa y participativa.
Además, la influencia del poder político en la justicia dominicana, ha implicado la violación de los derechos humanos, políticos y sociales de los ciudadanos, hasta el punto que se ha violado, y se violan aún, la Constitución y las leyes adjetivas.
Los funcionarios del Ministerio Público y los jueces eran designados por el Poder Ejecutivo y el Senado de la República controlado por el Presidente, por tanto, obedecían al mandato del Poder Político, por tanto, no se aplicaba el debido proceso en los casos que vinculaban  a políticos de oposición al gobierno de turno.
Para que la justicia actúe en consonancia con el orden constitucional y el sistema jurídico, es imprescindible que los magistrados basen sus actuaciones en la lógica, la verdad e institucionalidad.
Francesc de Carreras, consagrado abogado e intelectual europeo, plasmó en el diario El País, de España, el siguiente concepto: “Someter a juicio la actuación de los políticos cuando incumplen las normas es consubstancial a un Estado de derecho. Pero los jueces deben utilizar los principios de racionalidad jurídica, con métodos interpretativos preestablecidos en la ley”, en un artículo titulado “¿Qué es politizar la justicia?”, el cual se insertó el día 10 de abril del año 2017 en la columna “Tribuna”.
Los representantes del Ministerio Público y los jueces del Poder Judicial, en la época de la tiranía, respondían al poder político y esto implicaba que se violaron los derechos humanos y ciudadanos, por tanto, se violentaba el debido proceso en perjuicio de los opositores del régimen; incluso se ejecutaban crímenes extrajudiciales.



Período 1961-1978

Tras la desaparición de la dictadura, exactamente  el 30 de mayo del año l961, se creó un caos institucional y de formó un gobierno provisional, el cual se definió como  una gestión transitoria para establecer las bases en aras de construir la democracia
Luego, justamente el 20 de diciembre de 1962, fue electo presidente de la República Dominicana el literato y profesor Juan Bosch, quien asumió la Presidencia el 27 de febrero de l963, en cuya gestión el Ministerio Público y el Poder Judicial comenzaron a experimentar un grado de independencia del Poder Político; sin embargo, ese gobierno solo permaneció siete meses porque fue derrocada por fuerzas políticas conservadores, las cuales tenían ramificaciones nacionales e internacionales.
Esto provocó una crisis institucional que generó un estado de ingobernabilidad durante 1963 y 1965, etapa donde fiscales y magistrados  actuaban al  margen de la Constitución y el sistema jurídico, en razón de que se transgredieran los derechos ciudadanos, humanos, de tránsito, políticos y sociales.
Movimientos progresistas, organizaciones revolucionarias y militares constitucionalistas, bajo el mando de los coroneles Francisco Alberto Caamaño Deñó  y Rafael Fernández Domínguez, asumieron la lucha por el retorno a la constitucionalidad y el 24 de abril de 1965 estalló la revuelta armada o revolución, la cual fue interrumpida  por la intervención de Estados Unidos con el envío de 42 mil marines y se impuso el poderío para aniquilar la cruzada por la democracia.
Con la anuencia de Estados Unidos, la derecha política del país presentó como candidato a la Presidencia de la República en 1966 al doctor Joaquín Balaguer, quien fue uno de los intelectuales que jugó un papel protagónico en las tres décadas de la tiranía trujillista, quien ganó las elecciones; ese mismo año inició una gestión hasta 1978 conocida como “Los famosos 12 años de Balaguer”.
Se trató de una semidictadura, debido a que se violaron todos los derechos ciudadanos y los opositores políticos fueron víctimas de juicios políticos, porque las sentencias se pautaban desde el Palacio Nacional, porque la dependencia del Ministerio Público y los jueces del poder político era absoluta.
Hubo presos y exiliados políticos y asesinatos de Estado, sin que los encargados de administrar y aplicar justicia impusieran el imperio de la ley.

Etapa 1978-1982
En mayo 16  de 1978 llegó al poder el opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD), luego que fuera elegido presidente del hacendado Antonio Guzmán Fernández, quien auspició un estado de derecho, a través de fiscales y jueces que actuaron con determinada independencia.
Salvador Jorge Blanco, doctor en derecho y prominente dirigente del PRD, fue elegido presidente, lo que garantizó la continuidad de esa organización en el poder, pero se registró un retroceso a nivel de la judicatura y el Ministerio Público, en vista de que el Poder Político influenció en poder judicial.


Época 1986-1994

En mayo 16  de 1986 el doctor Joaquín Balaguer fue electo otra vez presidente de la República, quien retornó al poder en el 16 de agosto de ese mismo año, lo que implicó la involución de la justicia, ya que el poder judicial volvió a estar bajo la tutela del poder político.
Una muestra de esto fue la acción judicial contra  el expresidente Salvador Jorge Blanco, quien fue condenado a 20 años de prisión y al pago de 100 millones de pesos  por corrupción el 16 de noviembre de 1988, cuya sentencia fue emitida por el juez Juan María Severino, exmilitar que había tenido problemas con el imputado. Juristas experimentados establecieron que el exjefe del Estado fue víctima de un juicio político.
Período 1994-2019
A partir del año 1994, en medio de una crisis política que provocó acortarle dos años a la gestión de Balaguer que debía culminar en el 1996, se inició una era de avances en la judicatura dominicana, ya que se conformaron las altas cortes y se puso en marcha el procedimiento para que fiscales y magistrados fueran de carrera.
No obstante, el proceso se contaminó con la política-partidista, porque las cúpulas de los partidos políticos se repartieron las posiciones de los tribunales Constitucional, Superior Electoral, Superior Administrativo, Suprema Corte de Justicia y todas las instancias, situación que incide para que las sentencias giren alrededor los intereses de cada organización; así surge la impunidad que protege a determinados corruptos y delincuentes, pues, en muchos casos el poder político se impone sobre el poder judicial.
En la Republica Dominicana, el Consejo Nacional de la Magistratura es el órgano que escoge los miembros de las altas cortes: Suprema Corte, Tribunal Constitucional y Tribunal Electoral, pero el mismo está integrado por representantes de los partidos políticos, por tanto, se distribuyen las posiciones en los diferentes estamentos.

Ejemplos de esta situación es el caso de los sobornos auspiciados por ejecutivos de la firma brasileña Odebrecht, a través de legisladores, funcionarios de la administración pública  y empresarios-intermediarios, con el objetivo de lograr la aprobación de contratos para la construcción de obras valoradas por miles de millones de dólares.
Hubo una intromisión del poder político en el poder judicial y el Ministerio Público, ya que se vincularon a los actos dolosos a políticos de la oposición y de la tendencia que lidera el expresidente Leonel Fernández Reyna dentro del gobernante Partido de la Liberación Dominicana, quien se disputa el control de la organización y la lucha por poder con el actual presidente Danilo Medina; incluso, varios de los acusados y arrestados a comienzo del proceso, fueron excluidos del expedientes sin explicaciones convincentes y transparentes.
Especialistas en derecho analizar la judicialización de la política y de la politización de la justicia, en el contexto de evaluar la interferencia de los magistrados en la actividad política o los políticos inciden en los jueces; en ambos casos, se puede afirmar que no se garantiza un estado de derecho.
¿Cuándo un juez se politiza una sentencia? En el momento que un magistrado se aleja del sistema jurídico y de la Carta Magna y evacúa veredictos por razones políticas que judicializan la política, debido a que sujeta su accionar a una dependencia política e irrespeta la independencia de los poderes; eso ha primado en el caso de Odebrecht, puesto que ha habido un persecución selectiva y se ha protegido a figuras que firmaron el 70 % de los contratos de la empresa brasileña.
“Dictar una sentencia presupone, en primer lugar, precisar los hechos que son relevantes para resolver un caso; en segundo lugar, encontrar en el ordenamiento las normas aplicables; y, en tercer lugar, interpretar estas normas de acuerdo con unos métodos preestablecidos, en nuestro ordenamiento los enunciados en el artículo 3.1 del Código Civil, aunque no son los únicos”, plantea Eduardo Estrada.
Esto significa que los jueces, a la hora de dictaminar sentencias, deben actuar con plena independencia, apego al orden jurídico, con responsabilidad, transparencia e imparcialidad, en vista de que es la garantía de un estado de derechos basado en la institucionalidad y la aplicación de justicia en el marco jurídico; en República Dominicana falta mucho para un poder judicial con fortaleza y desligado del poder político.
Todas las medidas que se adopten en el campo judicial deben supeditarse a las leyes y la Constitución, factores claves para un estado de derecho y aplicar justicia acorde con el orden jurídico, lo que es esencial para que la ciudadanía confíe en la justicia.




       Resultados de la encuetas Gallup/Hoy, realizada en el 2018, establecen que el 58 % de los ciudadanos  en el Poder Judicial, como consecuencia del comportamiento inadecuado de los actores de la justicia.
       El Poder Judicial será creíble y confiable cuando los jueces respeten el debido proceso y se conviertan en garantes de los derechos ciudadanos; es un desafío de los magistrados asumir con principios éticos, valores morales, independencia y responsabilidad un ejercicio transparente y responsable para administrar y aplicar justicia en consonancia con la Constitución y las leyes del sistema jurídico dominicano.
        “Sin justicia no hay democracia”, afirma la doctora Elena Martínez Barahona, profesora titular del área Ciencias Políticas y de la Administración del Departamento de Derecho Público General e Investigadora del Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca, España.
        Y tiene razón, porque la violación de los derechos ciudadanos es antidemocrático, porque no hay garantía de un estado de derecho.

Bibliografía

*Eduardo Estrada, diario El País, España, 2017
*Francesc de Carreras, profesor de Derecho Constitucional, Europa, 2017
*Uvi Rivas, diario Hoy, República Dominicana, 2018
*Gallup/Hoy, República Dominicana, 2018.